
Cuán turbulentos son los pensamientos del que está ansioso. En su mente va de un lugar a otro sin reposo, buscando la solución más inmediata a lo que le tiene inquieto. Se siente que se hunde bajo el peso de una inmensa carga. ¿Te he descrito a ti? ¿Así te encuentras en este instante o así te has encontrado? Entonces, escucha la palabra de Dios: “Estad quietos, y sabed que yo soy Dios…”
Dios te dice que te detengas, que te estés tranquilo, porque la razón por la que estás tan ansioso tiene que ver con una realidad que se te está olvidando: Dios es Dios, no tú.
Esto es lo que El quiere que tú sepas y que lo sepas de tal modo que afecte tu corazón y traiga paz a tu alma. Eso que te tiene ansioso ha estado en sus manos todo este tiempo, y la razón por la que te has estado hundiendo es porque has estado queriendo ejercer la función del Dios de la providencia. Y hay algo más de lo que te has olvidado: Dios será glorificado en esa situación. El sigue diciendo: “…exaltado seré entre las naciones”. Es fácil decir que lo que más queremos es la gloria de Dios, pero cuando Él trae situaciones adversas a nuestras vidas por las cuales El quiere ser glorificado, nos preocupamos más por la gloria nuestra que la suya. Pues, amado hermano o hermana, reconoce que Dios es Dios, y tú sigue confiando en El. Aunque ahora no entiendas lo que El quiere hacer en tu vida, ten por seguro que El será glorificado y El habrá de formar el carácter de Cristo en ti. (HMM)




