George Lawson
¿Ves a un hombre precipitado en sus palabras? Más esperanza hay para el necio que para él (Proverbios 29:20).
“¿Has visto a un hombre que se tiene por sabio? Más esperanza hay para el necio que para él” (Pr. 26:12). ¿Pero cómo reconoceremos al hombre que se tiene por sabio cuando lo veamos? Este texto nos da una pista infalible para descubrirlo. Cuando alguna persona dice precipitadamente y sin consideración todo lo que se le pasa por la mente; cuando alguien gestiona sus asuntos de forma apresurada y cabezota, sin pedir consejo a los demás; y cuando el hombre se muestra tan confiado en su propia sabiduría y en sus capacidades que se toma poco tiempo para examinar las empresas más importantes, sino que se decide por lo que le parece mejor en su propia mente imprudente y espera alcanzar el éxito gracias a su poder; en todos estos casos es evidente que el individuo se tiene por sabio. Y el que es sabio a sus propios ojos es el más grande de los necios y, en opinión de Salomón, el más irremediable.
Si la precipitación en las cosas de esta vida es un signo de gran necedad, es mucho más peligroso apresurarnos demasiado en asuntos de religión. Los de Berea recibieron elogios porque examinaron con imparcialidad la doctrina de Pablo a la luz de las Escrituras del Antiguo Testamento. El Apóstol condena a los impetuosos y los pone al nivel de los envanecidos (cf. 2 Ti. 3:4), y es seguro que las personas que tienen este temperamento han sido autoras de esas herejías y divisiones que infestaron la Iglesia de Dios y que siguen azotando las sociedades cristianas.
Hay otra clase de prisa en la religión que Salomón prohíbe por ser una muestra de gran irreverencia hacia Dios; me refiero a la precipitación a la hora de hacer votos o de orar. Dios está en el Cielo y nosotros en la Tierra; por tanto, las palabras que le dirijamos deberían ser pocas y bien escogidas (cf. Ec. 5).
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos. Este libro está disponible en Cristianismo Histórico.
