W.J. Seaton

Cuán adecuado sería que quienes profesan ser creyentes evangélicos entendieran la relevancia de los actos del apóstol Pablo cuando tuvo que “oponerse a Pedro cara a cara” en Antioquía, porque, como les explica Pablo a los gálatas (Gá. 2:11) “era de condenar”.

Esto fue lo que sucedió en Antioquía: unos “judaizantes” habían llegado procedentes de Jerusalén, y habían empezado a enseñar que, junto a Cristo, para que el hombre sea justificado y salvo delante de Dios, ese varón tenía que ser “circuncidado” según la ley judía antigua. “Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos” (Hch. 15:1), esa era su postura teológica. “Debéis tener a Cristo para la salvación de vuestra alma” —afirmaban— “y debéis ejercer la fe en Cristo para la salvación de su alma: sin embargo, junto con Cristo, debéis tener otras cosas también: es necesario que sigan algunos de los ritos y rituales de las leyes mosaicas antiguas y, en particular, debéis llevar la marca y la operación de la circuncisión en vuestra carne para que vuestra salvación sea plena y válida”.

Así discurría su razonamiento. Y este se resumía sencillamente en esto: que un hombre no era justificado tan solo por la fe en Cristo, sino que también debía tener otras cosas junto con Él y por encima de su fe en Él. De modo que este “judaísmo” clásico era lo que, por supuesto, preocupó a la Iglesia en los primeros días de los apóstoles; ¡el evangelio de “obras” y los sacramentos instaurados por la Iglesia de Roma y el protestantismo apóstata son idénticos! Ambos afirman: “¡Jesús, MÁS ALGO!”. Jesús, más la circuncisión; Jesús, más las obras, las absoluciones, los sacramentos y el hacer algo para conseguir algo. ¡Idénticos! Y fue exactamente respecto a esta cuestión de Jesús, más algo, por lo que Pablo se opuso a Pedro cara a cara en Antioquía, porque, como él mismo sostiene: “era de condenar”.

Ahora bien; ¿qué culpa tenía Pedro en ese momento?”. ¿Qué había hecho para merecer esa oposición y reprensión de su colega, el apóstol Pablo? Y, en una palabra, ¿había actuado de tal manera que había dado crédito a ese falso evangelio que los judaizantes estaban difundiendo y, por tanto, también estaban oscureciendo el verdadero evangelio de la justificación solo por la fe en Cristo únicamente? Y, en la mente de Pablo, nada podía ser más censurable en alguien que profesara ser hijo de Dios.

PERO, ¿qué había hecho exactamente? ¿Acaso había empezado él mismo a predicar este falso evangelio que afirmaba que para ser salvos debíamos tener otras cosas adicionales? ¿Había dado un papel en una conferencia o escrito un superventas sobre los méritos de este “otro evangelio?”. Por supuesto que no; Pedro no había hecho ninguna de estas cosas. ¿Entonces qué había hecho? Amigos míos, se había unido a aquellos hombres y su evangelio y, al actuar así, había extendido una cubierta de oscuridad sobre el contenido de lo que es en realidad el único y verdadero evangelio en Cristo; había ayudado, y a la vez entorpecido, la posibilidad de que el resto de la iglesia de Antioquía pensara que tal vez habría alguna verdad en lo que estos hombres declaraban. “Porque antes de venir algunos de parte de Jacobo[c], él comía con los gentiles, pero cuando vinieron, empezó a retraerse y apartarse, porque temía a los de la circuncisión”.

Y esta conducta, como muestra toda la epístola a los Gálatas, equivalía a los ojos de Pablo a dar crédito al falso evangelio que circulaba entonces, y que oscurecía aquello de lo que trata en realidad el verdadero evangelio en Cristo.

Sin lugar a duda, B. B. hace una valoración correcta cuando declara que, en la epístola a los Gálatas por encima de todas las demás, el apóstol Pablo ejerce lo que él denomina “el Espíritu dogmático”. Esto no debe confundirse, desde luego, con el espíritu de “Goliat”, que siempre está gritando “Enviad a alguien que pelee contra mí”. No, no; no se trata de eso. El espíritu dogmático está siendo capaz de percibir, del modo correcto, cuando un cierto curso va a dirigir y actuar de la forma apropiada. Adónde acabará alguna desviación de la verdad del evangelio, o añadido a su verdad, y cómo va a afectar a su claridad.

Amigos, tomen unos minutos para leer de nuevo, y meditar en estas palabras tomadas del escrito de Warfield sobre el tema del Espíritu dogmático de Pablo en relación con aquellos hombre de Antioquía y la involucración inoportuna de Pedro con ellos. Lean las palabras unas cuantas veces si es necesario; pero entiendan la “inevitabilidad” de lo que están diciendo.
“Predicaban a Cristo como el Mesías prometido de Israel. Para ellos también lo era. La redención prometida era inalcanzable de no ser a través del Mesías prometido. Sin embargo, aunque predicaban que SOLO se podía lograr la salvación en Su nombre, negaban que pudiera ser ÚNICAMENTE en Su nombre”.

“SOLO en Cristo hay salvación. SOLO en Cristo; y eso en ambos sentidos de la palabra solo. No solo no hay salvación EXCEPTO en Él, sino que en Él ESTÁ TODO lo necesario para la salvación. ¡SOLO Jesús!

Depender en cualquier otra cosa además de Él es perderle, como lo sería depender en algo que no fuera Él”. ¡SOLO Jesús; SOLO Jesús!”.

Y esto fue lo que Pablo vio con tanta claridad en Antioquía, no solo en quienes predicaban el falso evangelio, sino también en la conducta equivocada de su amado hermano Pedro que se unió a estos. El evangelio afirma, desde luego, que SOLO Jesús, y SOLO Jesús; pero ¿qué debemos afirmar cuando los que profesan ser evangélicos están junto a quienes afirman lo opuesto, y hombro a hombro con ellos? ¿Acaso no están oscureciendo que es Jesús única y exclusivamente? ¿No están dando crédito a ese Jesús más otra cosa? Este es el verdadero problema. Solo necesitamos leer la presentación de la verdad que Pedro hace en Jerusalén tras la reprensión de Pablo (Hechos 15). Y, después, sus dos gloriosas epístolas para ver con cuánta rapidez recobró su claridad del evangelio. Pero este es el problema real. ¡Que Dios conceda que la iglesia de nuestra época lo vea así!

Sinceramente,
W. J. Seaton

——
Pastor W.J. Seaton, Pastor emérito, Iglesia Reformada Bautista de Inverness

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