Dr. Alan Dunn
Situada en el contexto de la cosmovisión bíblica
Aunque en el pasado hubo pandemias similares, pocos de nosotros hemos experimentado alguna. De repente, un pequeño microbio nos está obligando a formularnos las grandes preguntas respecto a nuestra «cosmovisión». Todos tenemos una cosmovisión, nuestras suposiciones subyacentes, aquellas por las que vemos e interpretamos las experiencias de la vida.
La base sobre la que descansan los cuatro fundamentos de nuestra cosmovisión es nuestra doctrina de Dios acompañada de nuestra doctrina de las Escrituras. Nos ceñiremos a la cosmovisión bíblica hasta el punto de aceptar al Dios revelado en las Escrituras.
La cosmovisión bíblica: la Creación — la Caída — la Redención — la Consumación
El primer fundamento de nuestra cosmovisión es la doctrina de l a creación. Dios nos hizo para que fuéramos como Él y que viviéramos con Él. Dios nos revela tres verdades. Primera: Dios creó nuestro universo. Segunda: Su creación es muy buena. Y tres: nosotros, varones y hembras, somos creados a imagen de Dios. Debemos percibir la bondad inherente de la creación divina. La doctrina de la creación es crucial.
El segundo aspecto de la cosmovisión bíblica es la doctrina de la caída. Dios le otorgó dominio a Adán sobre la creación, y él debía ejercerla en obediencia a él y para la gloria de Dios. Él le dio un mandamiento al hombre que este podría haber obedecido con facilidad como expresión de su amor por su Padre-Creador. Dios advirtió que la desobediencia acarrearía la sentencia de muerte sobre Adán y su dominio. Creyendo las mentiras del maligno, el hombre se rebeló contra Dios y quebrantó Su ley. El suyo fue el pecado original con el que todos nacemos, y por culpa del cual todos morimos. La buena creación de Dios está ahora maldita y bajo sentencia de muerte. Nosotros y nuestro mundo estamos caídos.
La redención es la tercera parte de la cosmovisión bíblica. Es el mensaje principal de la Biblia. La muerte no es la última palabra de Dios para nosotros. Él es el Dios que resucita a los muertos y nos introduce a una vida de resurrección. En la redención, Dios revela las buenas notas del evangelio. Las Escrituras narran la historia de la redención que culmina en la persona y la obra del Hijo de Dios encarnado, Jesús el Cristo. Mediante Su vida, Su muerte y Su resurrección, Jesús ha llevado a cabo la redención. Ahora, por Su Espíritu, Él la aplica a todos los que le reciben por fe. La muerte y la resurrección de Jesús son el meollo del evangelio. ¡Hay buenas noticias para la creación caída de Dios! Jesús ha resucitado y está vivo, con la vida de la era venidera, con la vida de la resurrección. El mensaje de las Escrituras es el mensaje de vida. Todos los que lo reciben, con arrepentimiento y fe en Jesús, perciben Su vida: la vida de resurrección, la vida del redimido, la vida eterna.
Esta es la vida de resurrección que representa el enfoque del cuarto componente de nuestra cosmovisión: la consumación. Esta concierne el final de esta era presente de la historia y el comienzo de la era venidera. Está relacionada con la terminación de los propósitos redentores de Dios en el regreso de Jesús, la resurrección de los muertos, el juicio final y la eternidad. La esperanza, junto con la fe y el amor, es indispensable para nuestra visión de la existencia vivida en este mundo. Miramos al futuro con esperanza.
Debemos considerar esta pandemia a la luz de la Creación y de la Caída
En la cosmovisión existen dos errores dominantes que, si se comenten, oscurecen por no decir que niegan la visión de la realidad revelada en las Escrituras. La primera equivocación es no reconocer y sustentar la distinción entre Dios como Creador y todo lo demás como creación. La incapacidad de diferenciar a Dios de Su creación es la causa del pecado más arraigado e intratable del hombre: la idolatría.
El segundo error de la cosmovisión consiste en no diferenciar la buena creación de Dios del mal provocado por el pecado de Adán y la maldición de la muerte. Dios creó un mundo sumamente bueno y lo encomendó al cuidado de Adán. Este quebrantó la ley divina, abdicó su gobierno en Satanás, se sujetó a sí mismo, su descendencia y su planeta a la maldición de la muerte. Si no percibimos que nuestro mundo es esencialmente bueno, sino caído, no interpretaremos de manera correcta cosas como los huracanes, los terremotos, las pandémicas… la muerte misma.
Estas dos equivocaciones de la cosmovisión son evidentes cuando, frente a la pandemia y la muerte, oímos decir: «Bueno, así son las cosas, y así han sido siempre». La suposición es que Dios creó un mundo que no era tan bueno, y que la creación es inherentemente defectuosa. Pedro trató esta opinión errónea en 2 Pedro 3:3-10. Nos indica que los hombres impíos piensan que el mundo en su estado presente condicionado por la muerte ha sido así desde su principio. Niegan la creación, el diluvio y la segunda venida de Cristo. ¿Por qué? El verdadero problema es lo que estos tres acontecimientos tienen en común: el juicio divino. La aversión del hombre al Dios que lo juzga lo predispone contra el Dios de las Escrituras que consideró que su creación era sumamente buena, que la juzgó en el diluvio y que regresará al final de la era a juzgar a la humanidad. Esta supuesta propensión contra Dios como Juez hace que los hombres no estén dispuestos ni a reconocerle como Creador ni a diferenciar entre Su buena creación y los efectos de la caída.
Irónicamente, los hombres no pueden escapar a la necesidad del juicio. Dios hizo que la creación fuera juzgada. Por tanto, habiéndole negado a Dios el derecho de juzgar, los hombres reivindicaron esta prerrogativa de forma blasfema. Aseverar que Dios creó un mundo defectuoso es convertirse en el juez… ¡de Dios! Frente a la pandemia, los impíos acusan a Dios de maldad e intentan hacerle responsable. Se nos pregunta: «¿Por qué no hace Él algo?» O no es lo bastante poderoso o no es lo suficientemente bueno como para solucionar el problema de la muerte y del mal. ¿Por qué hizo Él el mundo de este modo? ¿Por qué no hace algo al respecto?». Bueno, Dios sí hizo y está haciendo algo, y está a punto de hacer algo.
Debemos considerar esta pandemia a la luz de la redención y la consumación
La luz de la redención empezó a brillar en la historia cuando Dios se presentó ante la pareja caída en Génesis 3. Maldijo a Adán y su dominio con la muerte, como había advertido [Gn. 2:16-17] pero, sorprendentemente, reveló que Él es el Salvador lleno de gracia y misericordioso de los pecadores. El Señor recuperó la bondad original de la creación de manera que sirviera de escenario sobre el cual revelar su gracia salvadora. Pablo les señaló a los idólatras de Listra la bondad de su Creador para con ellos, con el fin de alentarlos a recibir el mensaje de Su gracia salvífica declarado en el evangelio [Hch. 17:15ss.]. Nuestro Dios viene a nosotros con gracia salvadora y anuncia el evangelio de Jesús, el vencedor del pecado, de Satanás y de la muerte.
El evangelio declara que Jesús es el Señor e interpreta Su muerte y Su resurrección según las Escrituras. Jesús ascendió al trono de Dios y ahora reina sobre cielo y tierra, edifica a Su iglesia y dirige la historia a su consumación. Su gobierno es redentor. Solo el Jesús crucificado, resucitado y entronizado tiene la autoridad de perdonar el pecado y conceder todas las bendiciones de la salvación eterna a todo pecador que se arrepienta y le siga por fe.
Antes de que Jesús muriera, describió lo que sucedería entre el momento de Su ascensión al trono de Dios y Su regreso para resucitar a los muertos y ejecutar el juicio final. En Mateos 24–25 nos señala que, 1] el evangelio se proclamará por todo el mundo, 2] que Sus discípulos sufrirían oposición y persecución, 3] que muchos que profesaran inicialmente la fe en Él apostatarían y 4] que habría agitación social constante y catástrofes naturales, incluidas plagas como la pandemia del CV19. La mejor manera de entender cómo convergen todos estos factores y siguen su curso a lo largo de la historia es la metáfora de una mujer encinta. Estas fuerzas alcanzarán su punto más alto e irán in crescendo como las contracciones del parto, hasta la convulsión culminante que se producirá cuando Jesús regrese y resucite a los muertos. Pablo utiliza esta metáfora de los dolores del parto en Romanos 8:18-22, donde describe a la tierra como una matriz embarazada, lista para dar a luz. Ese nacimiento será la resurrección corporal de los hijos de Dios, que también liberarán al mundo de la maldición de la muerte. El mundo será entonces purificado con los fuegos del juicio, y entrará en su estado consumado de gloria de la resurrección como morada de Dios con los hombres.
Debemos considerar esta pandemia a la luz de la cosmovisión de la Biblia
Logramos una perspectiva bíblica sobre la pandemia del coronavirus cuando la vemos en términos de una cosmovisión bíblica y la sitúa en esta era presente, inmediatamente precedente al regreso de Cristo. El virus del DCV19 es el resultado de la caída y una manifestación de la maldición de la muerte acarreada sobre nosotros por el pecado de Adán. Pero Dios amó tanto al mundo que envió a Su Hijo unigénito, nuestro Redentor, quien venció a la muerte, resucitó, reina y está a punto de introducirnos a nosotros y a este mundo caído en el gozo consumado de Su gloria.
Una pandemia nos confronta con preguntas serias y formales. Tal vez ahora tengas algunas respuestas a algunas de estas preguntas. «¿Qué tipo de mundo es este en el que un virus microscópico puede impregnar a toda la población mundial, provocando enfermedad e incluso la muerte? ¿Para qué debería estar viviendo? ¿Estoy preparado para morir?». Quizás puedas percibir mejor esta pandemia desde la perspectiva bíblica para entender la época en la que vivimos. Sí, usted vive en un día cuando este mundo bueno, pero maldito, está convulsionando en la agonía de sus dolores de parto, aunque es ¡el día de salvación [2 Co. 6:2]! Tal vez te regocijarás al creer el evangelio. ¡Hay una buena noticia! El divino Hijo de Dios vino al mundo para salvar a los pecadores. Jesús ha vencido a la muerte. Se levantó de entre los muertos y pasó a la vida de resurrección, y ahora reina para salvar a los pecadores. Está a punto de regresar para llevarse consigo a la gloria a cada pecador salvado. ¿No sería maravilloso que Dios, en Su bondad, usara esta pandemia como la ocasión de llamarte a Cristo e incluirte entre esos pecadores salvados? Todo el que cree en Él no será avergonzado… porque todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo [Ro. 10:11ss.].