LA ESCRITURA A TODA CRIATURA

TYNDALE, LUTERO, REINA, Y LA PALABRA ETERNA

“Sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor;
mas la palabra de Dios no está presa”.

(2 Timoteo 2:9)

William Tyndale se encontraba sentado a la mesa, cenando en compañía de otras personas, mientras compartía las verdades del Evangelio que él estaba viendo en el Nuevo Testamento en griego que estaba leyendo, y que habían sido ocultadas por tanto tiempo. Y un erudito católico, que estaba allí presente, exasperado le dijo: «¡Es mejor estar sin la ley de Dios que sin la del Papa!». Tyndale, con sus indignados ojos fijos en él, y con la sangre rugiendo en sus venas, pronunció sus famosas palabras: «Desafío al Papa y todas sus leyes… Si Dios me concede vida dentro de muchos años, haré que un joven que maneja el arado sepa más de las Escrituras que tú, un erudito letrado».

Años más tarde publicó su traducción del Nuevo Testamento al inglés común del pueblo. ¡Voló por toda Inglaterra, como llevado sobre las alas del viento, trayendo alegría y gozo a quien lo leyera! Quien supiese leer, a la Palabra de Dios ahora podía acceder. Un siglo más tarde, los puritanos, con la vista en que todos pudiesen leer la Palabra de Dios, expandieron el alfabetismo y la educación. Allí el anhelo de Tyndale, el cual pagó con el precio de su vida, fue cumplido: Que el jovencito que araba los campos supiera más de las Escrituras que aquel erudito.

Pero Tyndale no fue el único con este ardiente deseo, quemando en su corazón cual fuego. En Alemania, Martín Lutero, tradujo también el Nuevo Testamento al alemán común del pueblo. No fue en un lenguaje elevado y complicado, sino que fue en las palabras comunes y sencillas que se hablaban en las plazas y en los mercados. El Doctor Nick Needham, en el tercer volumen de su serie de libros de historia de la Iglesia, 2000 Años del poder de Cristo, nos informa:

«Federico el Sabio estaba decidido a proteger al héroe popular, Martín Lutero. Cuando Lutero viajaba de vuelta a su casa, desde Worms a Wittenberg, Federico envió a una partida de caballeros a interceptarlo. Lo llevaron al castillo de Wartburg en Eisenach, donde fue alojado en secreto y puesto a salvo… Para disfrazarse, Lutero se despojó de su sotana de fraile, se vistió como un caballero, se dejó crecer la barba y el cabello, y adoptó el nombre de “Junker Jörg (Caballero Jorge)”. Cuando salía del castillo para tomar aire fresco y hacer ejercicio, entablaba conversación con las personas…

Su estancia en Wartburg fue el año más creativo de su vida. Tradujo todo el Nuevo Testamento al alemán, y lo acabó en febrero de 1522… Basándose en el Nuevo Testamento griego de Erasmo, Lutero produjo una traducción que fue y sigue siendo una obra maestra de la lengua alemana […] El Nuevo Testamento de Lutero, traducido directamente del griego, usaba un estilo gráfico popular que todos los alemanes podían entender. Su impacto transformó la vida religiosa de Alemania, e incluso moldeó el futuro desarrollo de la lengua alemana. En 1534 se publicó la totalidad de la Biblia en alemán, traducida por Lutero y sus colegas de la Universidad de Wittenberg».

Y en cuanto al humanista cristiano, el bien educado Erasmo de Rotterdam, a pesar de no querer abandonar su identidad católica (aunque criticaba a Roma en muchas cosas), arremetió contra el catolicismo romano por haber ocultado, y seguir ocultando, la Palabra de Dios al mundo que la necesitaba tanto. El Doctor Nick Needham cita el siguiente extracto escrito por el mismo Erasmo, en el anteriormente mencionado libro de historia. Erasmo escribe:

«El sol mismo no es más común ni está más abierto a todos que la enseñanza de Cristo. Estoy del todo en desacuerdo con los que no quieren que se traduzcan las sagradas Escrituras en la lengua nativa y sean leídas por gente corriente, ¡como si la enseñanza de Cristo fuera tan complicada que solo unos cuantos teólogos pudieran entenderla! ¡O como si la fuerza de la fe cristiana se encontrara en la ignorancia que las personas tienen de ella! Podría ser sabio esconder de la realeza y del pueblo corriente los misterios del gobierno, pero Cristo quiso que sus misterios se proclamaran con tanta franqueza como fuera posible. Quiero que incluso la mujer más humilde lea los Evangelios y las cartas de San Pablo. Quiero que se traduzcan en todos los idiomas, de manera que puedan leerse y entenderse por escoceses e irlandeses, turcos y musulmanes. Hacer que las personas entiendan lo que el cristianismo enseña es, con seguridad, el primer paso para convertirlos. Tal vez muchos se burlen de las Escrituras, pero algunos las llevarán en su corazón. Deseo grandemente que el granjero cante parte de las Escrituras mientras ara, que el tejedor con la melodía de su lanzadera las tararee, que el viajero aparte el aburrimiento de su viaje leyendo historias de la Biblia. Que las conversaciones de todos los cristianos fluyan de las Escrituras mismas. Porque nuestras conversaciones cotidianas revelan, en general, lo que somos.»

Erasmo, a pesar de que no quería romper con Roma, esta lo rechazó, lo aisló socialmente, manteniéndose en su postura inamoviblemente. Sin embargo, con otros fue más dura e inclemente, persiguiéndolos por toda Europa, encarcelándolos y condenándolos a muerte. Casiodoro de Reina, aquel que nos legara tan magna obra en nuestra lengua, tuvo que huir de la furia de Roma por el “imperdonable pecado” de querer llevarle la Palabra de Dios al hombre más humilde y menos letrado. El historiador Nick Needham, ya anteriormente citado, nos escribe en cuanto a nuestro compañero hispano:

«Reina fue el equivalente español de William Tyndale. Fue un monje que se dedicó al estudio de la Biblia, dirigió un movimiento protestante en su monasterio, y tuvo que huir de la Inquisición a Ginebra y luego a Frankfurt. En 1559 se trasladó a Londres, donde se convirtió en predicador de una congregación española, e inició su traducción de la Biblia al español. El gobierno de su país, temiendo el potencial subversivo de la obra de Reina, tramó su salida en 1563 bajo falsas acusaciones de comportamiento homosexual, que en ese tiempo era ilegal. Reina vivió en el Continente temiendo por su vida (el rey Felipe II de España había puesto precio a su cabeza), residiendo en varias ciudades: Amberes, Frankfurt y Basilea. Fue en Basilea donde se publicó su traducción completa de las Escrituras en 1569; censurada por la Inquisición en España, apenas han sobrevivido copias originales […] A pesar de la censura en España, la traducción de Reina, revisada en 1602 por Cipriano de Valera, formó la base de todas las Biblias protestantes en español desde entonces, hasta bien entrado el siglo XX.»

Y nos faltaría el tiempo para hablar de otros muchos más, que anhelaban que la Palabra de Dios corriera y se expandiera de mar a mar. Hombres de Dios, cuyo único propósito en su vida era servir a su Señor. Tyndale, Lutero, Reina y muchos más, hombres que, como los valientes que describe hebreos, “experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra” (Hebreos 11:36-38).

Mis hermanos, amemos y atesoremos la Palabra de Dios, la cual Él nos ha entregado por medio de mucho sacrificio y dolor. La Biblia que hoy nosotros tenemos en nuestro escritorio, llegó a nosotros con sangre, sudor y lágrimas. No la tengamos acumulando polvo, sino que, por amor a Dios, y por respeto y agradecimiento a aquellos que dieron su vida por ello, leámosla con hambre y sed de conocimiento, con hambre y sed de conocer al Dios verdadero, y a Jesucristo a quien ha enviado, a entregarse en lugar de nosotros en aquel madero. Pues la fe viene por el oír, y el oír la Palabra de Dios. Pero, ¿cómo oirán, si no se abren sus Biblias, que tanto sacrificio se hizo para que les pudieran llegar?

“A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos” (Luc. 16:29).

“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas
tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de Mí” (Juan 5:39).

“¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová,
y como martillo que quebranta la piedra?” (Jer. 23:29).

¡OH, PALABRA DE DIOS!

¡Oh, te amo tanto, Biblia mía!
¿Qué sería de mí, sin ti?
Tú me enseñas, me guías,
Me alumbras diciendo: “Ve por aquí”.
Me corriges, me disciplinas,
Me confrontas diciendo: “No seas así”.
Me consuelas, me animas,
Y tus deleites no tienen fin.
Me muestras a Aquel que amo,
Y me dices lo que Él hizo por mí.
Con poesía me hablas de Quien me ha creado,
¡Con hermosa prosa, flores del mejor jardín!

Eres mi espada, y mi consejera eterna;
la que me reprende,
pero a la vez la que me consuela;
mi pañuelo de llorar,
pero a la vez mi arma para pelear;
mi abrigo y fuego en el frío,
y mi luz en la oscuridad;
la que me habla de Cristo,
y me enseña a amarlo más.

¡Oh, tú, que has sido por siglos Baluarte!
¡Oh, tú, tesoro precioso, sabiduría invaluable!
¡Oh, tú, mina de oro inagotable!
¡Oh, tú, que has salvado a millares de millares!
¿Cómo es posible que estés en mis manos,
tú, la Sabiduría que de Dios ha emanado?
¿Cómo es posible que estés tan al alcance,
aún del más simple y sencillo humano?
Has costado lágrimas y sangre,
pues ocultarte han intentado.
Sin embargo, valientes de firme carácter,
tu luz nos han mostrado.
Como el guerrero hondea el estandarte,
así estos hombres, que te han amado,
te levantan en alto y por delante,
para que los que les seguimos no nos rindamos.

¡Oh, Palabra de Dios! ¿No eres tú como fuego,
y como martillo que quebranta la piedra?
¡Ven, enciende mi corazón, te ruego!
Quebrántame hasta que me arrepienta.
¡Oh, mi Biblia, mi inequívoca consejera!
Mi fiel compañera, en mis batallas has estado;
Conmigo en las alegrías, y cuando he sangrado,
Cuando la oscuridad me ha encerrado,
Y la sombra de muerte me ha amenazado;
Allí, entre lágrimas y el corazón rasgado,
Me hablas dulcemente de mi Cristo Amado,
¡Oh, mi Biblia, mi Biblia! Cuánto te amo…

— J. Wolfgang Christson

 

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