AQUÍ NOS MANTENDREMOS DE PIE
ALBERT N. MARTIN
Es el mes de abril del año 1521. Un joven monje agustino ha sido llamado a comparecer ante un cuerpo muy augusto de hombres, entre los que se encuentran, del ámbito político, un emperador, señores y duques, así como prelados de la iglesia de Roma.
Un oficial se levanta. Señalando una pila de unos 20 libros y una colección de panfletos, le hace al joven monje dos preguntas vitales:
“¿Es usted el autor de estas obras?”
“¿Está dispuesto a retractarse de su contenido?”
El joven monje agustino se levanta y responde afirmativamente a la primera pregunta. En cuanto a la segunda, en esencia, responde lo siguiente:
“Como se trata de asuntos de tan tremenda importancia, no quiero responder de manera precipitada ni imprudente”.
Solicita, y se le concede, un tiempo para preparar su respuesta. Se levanta el consejo, para volver a reunirse al día siguiente. Esa tarde, el joven monje agustino se encuentra fortalecido en su Dios.
Al día siguiente, ante los hombres de Estado y otros espectadores, da una respuesta bastante extensa a aquella segunda pregunta. El examinador, no satisfecho, insiste en una respuesta concisa, bien sea afirmativa o negativa.
“¿Se retractará de lo que ha escrito?”
La esencia de la respuesta del joven monje es bastante conocida:
“Puesto que lo que está escrito lo está por una conciencia sometida a la Palabra de Dios, hasta que se me demuestre que lo que he escrito es contrario a la Palabra de Dios, no me retractaré de lo que he escrito”.
A continuación, sus palabras más famosas (aunque existen diferentes versiones):
“Mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. Me mantengo firme aquí; no puedo hacer otra cosa. Que Dios me ayude”.
¿Qué significan esas palabras?
- Compromiso con la verdad bíblica: Demostraban que estaba comprometido con una comprensión definitiva de lo que es la verdad. No se retractaría del contenido de dichos libros que representaban su comprensión de lo que las Escrituras enseñan. Cimentó su posición sobre la verdad bíblica: Aquí permaneceré.
- Entrega total del ser: Estas palabras expresaban un compromiso inquebrantable de la totalidad del hombre con esa verdad. Para Martín Lutero, la Biblia no era un libro que simplemente residía en su intelecto: su conciencia, la sede de su ser religioso y moral, estaba cautiva de la Palabra de Dios. No dijo: “Ahí descansa mi mente”, como si pudiera separar sus convicciones intelectuales del resto de su ser. Dijo: “Aquí permaneceré [yo]”, con todo lo que era.
- Dependencia de Dios: Cuando añadió: “Dios me ayude”, manifestaba una humilde confesión de total dependencia hacia Dios para ser fiel a esa verdad en la vida o en la muerte.
Me mantengo firme aquí. Dios me ayude.
Estas palabras, que representan el espíritu de Martín Lutero, son simplemente una expresión muy gráfica del Espíritu de Cristo obrando en uno de Sus siervos. Nosotros, que al igual que Martín Lutero somos el pueblo de Dios, debemos tratar de entender lo que la Palabra de Dios enseña; debemos comprometernos con esa verdad con un compromiso inquebrantable y de todo corazón; y, en humilde dependencia de Dios, debemos estar preparados para proclamarla y defenderla en la vida o —si es necesario— en la muerte.
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