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    Tesoro escondido que santifica (Sal. 119:11)

    Meditaciones Salmo 119

    En mi corazón he guardado tus dichos,
    Para no pecar contra ti (Sal. 119:11).

    Toda la riqueza de este mundo no puede convertirte en una mejor persona. Ser rico no implica ser bueno, como tampoco una persona pobre tiene por qué ser necesariamente mala. No hay absolutamente ninguna correlación. Un día, una adolescente insensata alardeó de que su novio era un tipo estupendo porque tenía un coche llamativo y un barco de recreo. Yo nunca vi la conexión.

    Vea esta adivinanza: ¿Qué tesoro es invisible y aún así la gente sabe quien lo posee, por sus efectos positivos sobre la persona y sobre su vida? ¿Qué es lo que no se puede comprar con dinero y aún así es más valioso que todo el oro del mundo? ¿Qué es eso tan valioso que no puede agarrarse con las manos, y aun así muchos lo han cogido para su eterno bien? ¿Qué riqueza no puede verse con los ojos, pero puede almacenarse en un lugar secreto de donde nadie se lo puede llevar?

    marzo 21, 2006 / 0 comentarios
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    Preservación espiritual (Sal. 119:10)

    Meditaciones Salmo 119

    Con todo mi corazón te he buscado;
    No me dejes desviarme de tus mandamientos (Sal. 119:10).

    “Bien está lo que bien acaba.” Este cliché es verdad, y en nada es tan importante acabar bien como en su relación con Dios. Los redimidos que se encuentran en el cielo tuvieron experiencias espirituales ampliamente distintas mientras vivieron en la tierra. Algunos fueron salvos tan jóvenes que ni siquiera pueden recordar cuando se convirtieron, sin embargo otros recibieron la fe salvadora justo en los momentos que precedieron a su muerte. De los que conocieron a Dios por muchos años, algunos tuvieron un progreso constante y consistente en su vida espiritual; otros sin embargo sufrieron dolorosos lapsus morales, como David, y solo se recuperaron por la gracia de Dios. Muchos que se limitan a hacer profesión de fe no terminan bien, ya que vuelven a sus pecados y finalmente a la perdición. En contraste, todos los creyentes verdaderos perseveran hasta el final, y la apostasía que sufren es solo parcial y temporal. Todos acaban bien. Como la LBCF de 1689 dice, a pesar de todos los pecados dolorosos que puedan realmente cometer, “sin embargo, renovarán su arrepentimiento y serán preservados por medio de la fe en Cristo Jesús hasta el final (XVII.3).

    marzo 14, 2006 / 0 comentarios
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    Purificar una vida jóven (Sal. 119:9)

    Meditaciones Salmo 119

    ¿Con qué limpiará el joven su camino?
    Con guardar tu palabra (Sal. 119:9).

    Este es el primer versículo de la segunda sección de ocho, y donde cada uno de ellos comienza con la letra “beth”, segunda letra del abecedario hebreo. Es una de las pocas preguntas de este salmo. A diferencia de cualquiera de los demás del mismo tipo es muy similar a una pregunta de catecismo con su respuesta, donde el instructor pregunta y espera las respuestas memorizadas:

    P. ¿Con qué limpiará el joven su camino?
    R. Con guardar tu palabra.

    En esto tenemos obviamente dos cosas importantes — 1) el problema del camino pecaminoso de un joven, a 2) el remedio para la purificación espiritual de un joven.

    Un joven tiene que utilizar las Escrituras para purificar su camino.

    La meditación deliberada y paciente de este texto, en particular con la ayuda de una exposición excepcional como la de Thomas Manton, revela que la frase anterior es un escueto resumen. Vamos a recabar unos cuantos pensamientos edificantes de este apropiado versículo.

    marzo 7, 2006 / 0 comentarios
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    Una humilde decisión (Sal. 119:8)

    Meditaciones Salmo 119

    Tus estatutos guardaré; No me dejes enteramente (Sal. 119:8).

    El evangelio revela una lógica que desciende del cielo, y que nadie a excepción de los cristianos sinceros puede realmente entender y abrazar. Implica la relación entre la gracia de Dios y la obediencia a Dios; declara que la gracia de Dios precede a nuestra obediencia, no sólo cronológicamente sino con una relación de causa y efecto. “Nosotros Le amamos a Él, porque Él nos amó primero.” (1 Juan 4:19). Sin la iluminación que sólo viene por medio del Espíritu Santo, somos capaces de pensar exactamente lo contrario a esto — el pensamiento sería: si tomo la iniciativa de buscar a Dios y amarle, mostrándole mi amor por medio de la obediencia a Sus mandamientos; entonces Él responderá amándome como a un hijo fiel. Si este fuese el caso, todos permaneceríamos en nuestros pecados.

    Esta forma mundana de pensar se vuelve a infiltrar incluso después de que Dios nos salve. La evidencia es que intentamos agradar a Dios con nuestra propia fuerza, sin orar de una manera deliberada y decidida pidiendo Su ayuda para poder progresar espiritualmente. O, incluso cuando oramos, de alguna manera tenemos más confianza en nuestras oraciones que en un Dios que da sin que se le pida.

    febrero 28, 2006 / 0 comentarios
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    Cómo aprender a adorar (Sal. 119:7)

    Meditaciones Salmo 119

    Te alabaré con rectitud de corazón
    Cuando aprendiere tus justos juicios (Sal. 119:7).

    Nuestro orgullo desmesurado hace que pensemos que “sabemos” cómo adorar a Dios y, sin embargo, sin gracia seguiremos inevitablemente el ejemplo perverso de Caín, quien trajo una ofrenda inaceptable delante del Señor (Gn. 4:3-5), consciente o inconscientemente. Cuando los predicadores ponen al descubierto nuestra ignorancia espiritual, y el descontento del Señor con nuestra necedad religiosa, nuestro semblante también se viene abajo, a menos que Él cambie nuestro corazón.

    Muchas de las cosas que hacemos, y que merecen la pena, requieren algún conocimiento, habilidad y práctica antes de poder hacerlas bien. Nadie se sienta al volante de un coche por primera vez, dispuesto a conducir por la autopista. Cocinar de verdad (no las cenas delante del televisor) no se puede hacer sin aprendizaje culinario y práctica. Cualquier tipo de deporte serio requiere un compromiso formal con la disciplina antes de que la calidad aparezca. Entonces, ¿por qué tanta gente se las da de expertos en religión y adoración, mientras siguen siendo ignorantes de las Escrituras y extremadamente inconsistentes como cristianos que profesan?

    febrero 21, 2006 / 0 comentarios
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    La esperanza cristiana (Sal. 119:6)

    Meditaciones Salmo 119

    Entonces no sería yo avergonzado,
    Cuando atendiese a todos tus mandamientos (Sal. 119:6).

    El salmista no sólo es un modelo de lo que deberíamos ser, sino también un ejemplo de la vida real en cuanto a lo que los cristianos verdaderos son en realidad. Santiago nos recuerda que Elías, uno de los mayores santos del AT, estaba “sujeto a pasiones semejantes a las nuestras,” y así como él oró por grandes cosas y las recibió, así también nosotros (Stg. 5:16-18).

    De manera similar, Sal. 119:6 es una guía, y, a la vez la marca de los verdaderos creyentes cristianos. Todos tienen la misma esperanza, y ésta crecerá con la madurez espiritual. Cualquiera que carezca de esta esperanza no está aún convertido. ¿Y cuál era esa esperanza que se expresa así?

    febrero 14, 2006 / 0 comentarios
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    La autoridad de Dios y su exigencia en cuanto a Sus preceptos (Sal. 119:4)

    Meditaciones Salmo 119

    Tú has ordenado tus preceptos,
    para que los guardemos con diligencia (Sal. 119:4).

    Acabamos de considerar la bienaventuranza de los cristianos devotos, el tema del Sal. 119:1-3. Hemos aprendido que la devoción hacia Dios y Su Palabra están indivisiblemente vinculadas y que los que están entregados a ambas cosas son los que reciben más bendición. Viven en comunión con Dios y Su palabra e ilustran la santidad en toda su conducta. Siendo así, ¿quién no aspiraría a ser tan bendecido?

    enero 24, 2006 / 0 comentarios
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    Bienaventuranza del cristiano devoto (Sal. 119:1-3)

    Meditaciones Salmo 119

    ¡Cuán bienaventurados son los de camino perfecto,
    los que andan en la ley del SEÑOR!
    ¡Cuán bienaventurados son los que guardan sus testimonios,
    y con todo el corazón le buscan!
    No cometen iniquidad,
    sino que andan en sus caminos (Sal. 119:1-3).

    ¿Es usted un cristiano devoto [que tiene y demuestra un profundo compromiso religioso, completamente comprometido con una causa o creencia]? Derivado del verbo “dedicar”, dar todo de uno mismo a algo (siglo 16) dedicar formalmente, consagrar ¿Dirían esto de usted los que le conocen bien? ¿En qué se diferencia su forma de vivir de aquella de los no cristianos morales?

    enero 17, 2006 / 0 comentarios
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