Peter Mosellanus, quien presidía la disputa de Leipzig, nos ha dejado un retrato gráfico de Lutero, que capta la esencia de Lutero como hombre con extraordinaria exactitud.
Aquí nos mantendremos de pie
Es el mes de abril del año 1521. Un joven monje agustino ha sido llamado a comparecer ante un cuerpo muy augusto de hombres, entre los que se encuentran, del ámbito político, un emperador, señores y duques, así como prelados de la iglesia de Roma.
El dañino pecado del prejuicio
Este es un pecado que, aunque no se pueden ver sus consecuencias a simple vista, como otros pecados tales como la borrachera, la lujuria, la ira y otros más, es igual de dañino (e incluso puede hacer más daño) que otros pecados visibles.
Tornado, brisa, y apacible silbido
¿Somos todos iguales? ¿Debemos ser todos iguales? Aunque todos amemos y sirvamos a un mismo Señor, ¿debemos ser todos idénticos como robots? Los hombres de Dios del pasado, a quienes Dios tan poderosamente ha utilizado, aunque en mucho eran de una misma mente, no se caracterizaron por ser idénticos, precisamente. Y aunque a nosotros nos parezcan lejanos, como héroes, eran, en realidad, hombres de carne con su personalidad. Un muy querido profesor de historia de la Iglesia me lo expresó de la siguiente manera:
Instituciones de la Religión Cristiana
Para justificar la quema de protestantes, Francisco I de Francia emitió una carta pública en 1535 en la que acusaba a los protestantes franceses de ser rebeldes políticos que intentaban derrocar al gobierno. Calvino sintió que debía defender a sus hermanos y hermanas perseguidos contra esta calumnia y, en marzo de 1536, publicó un breve libro que había empezado a escribir en Angulema llamado Instituciones de la religión cristiana, cuyo prólogo era una carta abierta a Francisco I. La misiva era una obra maestra; con dignidad y pasión, Calvino presentó la esencia de la posición protestante y reivindicaba a los protestantes franceses de las falsas acusa¬ciones de Francisco I. Desde ese momento, el mundo consideró a Calvino, que tenía 26 años, como el supremo defensor del protestantismo francés.
La escritura a toda criatura
William Tyndale se encontraba sentado a la mesa, cenando en compañía de otras personas, mientras compartía las verdades del Evangelio que él estaba viendo en el Nuevo Testamento en griego que estaba leyendo, y que habían sido ocultadas por tanto tiempo. Y un erudito católico, que estaba allí presente, exasperado le dijo: «¡Es mejor estar sin la ley de Dios que sin la del Papa!». Tyndale, con sus indignados ojos fijos en él, y con la sangre rugiendo en sus venas, pronunció sus famosas palabras: «Desafío al Papa y todas sus leyes… Si Dios me concede vida dentro de muchos años, haré que un joven que maneja el arado sepa más de las Escrituras que tú, un erudito letrado».
El menor de los santos II
En el artículo anterior hemos visto el latente y siempre presente peligro del orgullo que sabe ocultarse en cada uno de nosotros, y que sabe disfrazarse incluso de cosas buenas y legítimas; y es que el diablo se disfraza como ángel de luz.
El menor de los santos I
Hay una creciente búsqueda por lo espiritual en nuestros días, en donde muchos se han dado cuenta que este mundo no es sino vanidad de vanidades, y que nuestro corazón solo se regocija con gozo eterno en Cristo. Es algo muy bueno, algo por lo cual debemos agradecer a Dios que nos da de Su lluvia espiritual.
Testificando con amor: usando la espada correctamente
Por la gracia de Dios, he estado 30 años en la fe, 30 años entre los hermanos, y he visto muchas cosas admirables y dignas de imitar: hombres de Dios que admiro y respeto de todo corazón, cuya entrega y abnegación exceden a cualquier soldado que haya ganado la Medalla de Honor.
Dardos encendidos: la tormenta de John Bunyan
Un mes después llegó la gran tormenta, que fue veinte veces peor que con lo que me había topado antes. Vino acercándose sigilosamente, primero de un lado, luego de otro. Primero, todo mi consuelo me fue arrebatado, y entonces las tinieblas se apoderaron de mí.